Bitácora de un escribidor que sabe a dónde va inevitablemente, y que deja sus huellas nómadas en la arena del ruido cibernético, con estos textos y con la esperanza de que tengan sentido para alguien. Si desde la distancia o desde el olvido lo consigo estaré satisfecho, aunque sólo sea por el placer de expresar, de participar en este circo llamado mundo. También para que mis hijos sepan que su padre ha hecho algo más que consumir recetas, servicios y productos.
RIP Libertad Confieso
que he deseado que un inepto como Donald Trump llegase a ocupar la
presidencia de USA. Era la única manera de dinamitar el sistema
capitalista. Un personaje así sería capaz de poner en práctica la
dictadura neoliberal en todos sus excesos. Sólo un desquiciado hipócrita
como Trump puede acabar con los derechos de las minorías que no se
arrodillan ante su gobierno. Si has perdido tus derechos porque eres una
minoría, ya no podrás rebelarte, porque el nuevo matón de barrio si lo
haces te encerrará, te desterrará de tu país y te expulsará de tu propia
casa. Es que eres pobre. Es entonces cuando comprenderás que es la
lucha de clases. Una guerra encubierta sin frentes militares, pero con
muchos muertos. Ya podemos decir, sin miedo a equivocarnos que estamos
asistiendo a la muerte de la libertad, al menos tal y como la conocíamos
y la disfrutábamos, en todo su esplendor. La libertad alcanzada en
Europa fue el fruto de un largo debate entre muchos países, muchos
idiomas, muchas culturas y religiones, muchas democracia, transparencia y
tolerancia. Esos son nuestro valores. Nada de grandezas y supremacías,
en Europa hemos optado por mucha flexibilidad y mucha solidaridad. El
mundo necesita otro Estados Unidos de América, y para eso este tenía que
morir. Morirá de cometer estupideces, de cometer injusticias, de
errores y fallos ajenos a cualquier calidad en los procesos, o en los
métodos. Trump es el arrogante que ignora su propia vanidad. Se cree un
ser superior y se comporta como un emperador, al igual que su amigo
Vladimir Putin. Pero lejos de poder demostrar su altanería en la gestión
pública con éxitos destacables; como la vanidad es la creencia excesiva
en las habilidades propias, o en la atracción causada hacia los demás;
cometen errores, porque no son tan eficientes, porque han sobrevalorado
sus conocimientos y sus habilidades y la gente ya los empieza a conocer y
a despertar del hechizo hipnótico de su cara naranja. Y por otro lado
han ocultado sus actitudes, en un acto camaleónico de hipocresía. Basta
ir a la hemeroteca para escuchar a Donald Trump decir, que a las mujeres
hay que tocarles la vulva sin pedir permiso, o que podría asesinar
públicamente a alguien de un tiro y la gente seguiría votándolo,
mientras agacha la cabeza para orar en una misa católica. El Ku Kux Klan
ha llegado al poder. Estos monstruos que luego rezan a un dios que los
perdona son los que acabarán con la libertad, si los dejamos.
Confieso que he deseado que un inepto como Donald Trump llegase a ocupar la presidencia de USA. Era la única manera de dinamitar el sistema capitalista. Un personaje así sería capaz de poner en práctica la dictadura neoliberal en todos sus excesos. Sólo un desquiciado hipócrita como Trump puede acabar con los derechos de las minorías que no se arrodillan ante su gobierno. Si has perdido tus derechos porque eres una minoría, ya no podrás rebelarte, porque el nuevo matón de barrio si lo haces te encerrará, te desterrará de tu país y te expulsará de tu propia casa. Es que eres pobre. Es entonces cuando comprenderás que es la lucha de clases. Una guerra encubierta sin frentes militares, pero con muchos muertos. Ya podemos decir, sin miedo a equivocarnos que estamos asistiendo a la muerte de la libertad, al menos tal y como la conocíamos y la disfrutábamos, en todo su esplendor. La libertad alcanzada en Europa fue el fruto de un largo debate entre muchos países, muchos idiomas, muchas culturas y religiones, muchas democracia, transparencia y tolerancia. Esos son nuestro valores. Nada de grandezas y supremacías, en Europa hemos optado por mucha flexibilidad y mucha solidaridad. El mundo necesita otro Estados Unidos de América, y para eso este tenía que morir. Morirá de cometer estupideces, de cometer injusticias, de errores y fallos ajenos a cualquier calidad en los procesos, o en los métodos. Trump es el arrogante que ignora su propia vanidad. Se cree un ser superior y se comporta como un emperador, al igual que su amigo Vladimir Putin. Pero lejos de poder demostrar su altanería en la gestión pública con éxitos destacables; como la vanidad es la creencia excesiva en las habilidades propias, o en la atracción causada hacia los demás; cometen errores, porque no son tan eficientes, porque han sobrevalorado sus conocimientos y sus habilidades y la gente ya los empieza a conocer y a despertar del hechizo hipnótico de su cara naranja. Y por otro lado han ocultado sus actitudes, en un acto camaleónico de hipocresía. Basta ir a la hemeroteca para escuchar a Donald Trump decir, que a las mujeres hay que tocarles la vulva sin pedir permiso, o que podría asesinar públicamente a alguien de un tiro y la gente seguiría votándolo, mientras agacha la cabeza para orar en una misa católica. El Ku Kux Klan ha llegado al poder. Estos monstruos que luego rezan a un dios que los perdona son los que acabarán con la libertad, si los dejamos.