26 may 2014

Europa desde la terraza

El Papa Francisco reclama coherencia a los millonarios católicos que pagaron la escandalosa cifra de 18.000 € por asistir a un espectáculo de santificación multimedia y gastronómico. Todo incluído en una exclusiva terraza situada en los tejados cercanos al Vaticano, con un menú opíparo, regado con vinos exclusivos. Parece ser que aquellos que creían que era posible, a base de pasta, pasar por el agujero de una aguja y entrar en el paraíso de dios en la tierra se equivocaron y el nuevo portero del cielo les exige otras maneras y requisitos. Este nuevo Pedro les han cuestionado su acceso a la azotea celestial para convertir el acto sagrado, en un espectáculo mediático. Los que pagaron esa cantidad de dinero por asistir a la trasmisión litúrgica, le parecen al Papa Francisco  poco solidarios. A mí; con la que está cayendo en todo el planeta, quizá también me parecen algo simoniacos, caraduras, fariseos y hasta un poco sinvergüenzas. Son los representantes de una pequeña burguesía creyente que comulgan con la ideología de los partidos de derechas europeos, los que hoy deben dirigir los destinos del Parlamento europeo. Pero no se trata de acusarlos, de eso se encargará su dios, se trata de descubrirlos y mostrarlos ante el espejo público. Ese espejo donde se mira el emperador con su traje invisible y demuestra su falta de criterio. Pero no, quién soy yo para cuestionar el amor al prójimo de estos católicos comprometidos. El asunto que me preocupa y ocupa es otro. El asunto es saber si hay que gastar mucha pasta, para ser feliz en este mundo. Porque sólo bajo esta premisa falaz, se puede justificar este egoísmo. Esta desfachatez social no puede aceptarse en una comunidad de naciones, como lo es Europa, que presume de buscar el desarrollo y el bienestar de todos sus miembros. A no ser que haya otra Europa. Si es así quisiera saber en qué Europa viven estos acomodados católicos. Qué noticias escuchan cada día sobre las guerras, las hambrunas, los desastres naturales y las víctimas del sistema. El asunto es que hay más europas dentro de Europa. Son mundos que no se tocan, ni se confunden, ni mezclan, sólo chocan, se enfrentan como las imágenes de un espejo que no coincide. Los pobres, las víctimas, las mujeres, los niños, Los viejos, los jóvenes, los parados y los despojados vivimos en un lado y ellos en el otro con vistas al cielo. En uno mueren millones de niños indefensos y se cancela el mañana a una generación entera de condenados por un sistema injusto; mientras que el otro, la aristocracia del catolicismo, la burguesía dirigente, la referencia moral de Occidente dilapida  fortunas para ver la transmisión televisada de una liturgia, o para ir a cazar elefantes a Kenía, por ejemplo.

17 may 2014

Serikame, hombre del Este

El 30 de mayo de 1984 un eclipse de sol cruzó México por el trópico de Cáncer. En el desierto de San Luís Potosí, cerca de Matehuala, en la cima del monte Quemado, un maraakame de la étnia wixárika celebraba una ceremonia. Estabamos en Wirikuta, el lugar sagrado donde los wixárika llegan en peregrinación, en uno de los viajes espirituales más intensos y conmovedores, guiados por el espíritu de Tamautz Kauyumari (Nuestro Hermano Mayor Venadito del Sol) un deidad similar al dios tolteca Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, él que se manifiesta a través de la planta sagrada del Hikuri, convirtiéndose así en Tatei Hikuri o Nuestra Madre. Es una cactácea que crece en el desierto identificada como la Lophophora williamsii. Pancho, como se llamaba en español el chaman me preguntó de dónde era, y le conté que era de España. Me pidió que señalara dónde estaba ese lugar. Sin mayor precisión me puse de pie y señalé hacia el Este. Pancho dijo tú eres Serikame. El yerno de Pancho, Apolonio, me dijo que serikame significa, hombre que viene del este. Me hizo gracia que los wixárikas, o huicholes como los llamamos los españoles, a nosotros nos llamasen serikames,  por venir del oriente. Sonreí, mientras abajo a nuestros pies, la sombra del eclipse corría por el desierto, como el venado azul detrás el  hikuri. Era en Leunar, el desierto cercano al pueblo minero abandonado de Real de Catorce, donde años atrás, el chaman Osvaldo Ramos me dijo: Somos efímeros y los que han logrado aprender a vivir con esa certeza y sonreir no son más sabios, pero son menos pendejos.
El caso es que en México a los españoles los llaman gachupines, en otros sitios nos llaman gallegos, dagos o matadores, pero para los wixáricas, los que llaman huicholes somos serikame, hombres del Este, que vinimos con el sol.