20 sept 2009

PLEGARIA DE LOS HOMBRES DE OTOÑO

Somos hombres de otoño
hojas secas y anaranjadas
a punto de fundirnos con el humus
cabezas blancas como la nieve última
nuestros dedos sarmientos
apenas atenazan,
pero aún acarician
nuestras espaldas abisagradas
nos doblan con cada paso,
pero seguimos sin arrodillarnos.

Somos nietos de luchadores
hijos de una revolución incesante
padres de un sueño que no se vende
somos hombres de otoño
que se saben mortales
pero que no dejamos de cantar
canciones de protesta y libertad
porque no olvidamos
aquella primavera.

Nos fumamos las páginas escritas
de un libro que no se termina nunca
cuyas letras intuimos,
mas no vemos
guardamos la memoria de un tiempo
que soñamos nuevo
gritamos antes los déspotas
alaridos de silencio
somos hojas secas,
que esperan volver a retornar
para oír la música del bosque
en un concierto que huele a yerba.
como la pradera recién segada.
para reir mimosos y felices
hasta que llegue el alba.

Luchamos por las palabras
por su maldita coherencia
con nuestras gargantas
con nuestros actos
que no son gestos
y tenemos la mirada en un horizonte
que no sabe de comodidades
porque amamos lo difícil
porque soñamos con lo imposible
ese esfuerzo nos hace sonreír
evitando el virus de lo fácil
su náusea narcisista
su aliento a simulacro
rechazamos sus disculpas
autocomplacientes
para no mirar la sangre
de los daños colaterales.

Nos curtidos en nuestras historia
hurgamos en las vísceras
y desenredamos nudos
buscando comprendernos
cuando los libros de Freud
aún estaban prohibidos.
Hoy nadie quiere conocerse
por dentro, ni por fuera
y están cuerdos hasta los locos
porque la reflexión
es un desperdicio
no un acto de honestidad
las arrugas no envejecen
lo que envejece es la traición

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