25 dic 2014

La autoría de este cuento tiene que ser compartida con los pescadores del sur de  Michoacán. Las contesteras son una tradición oral, con que los hombres de la mar, de esa franja entre Guerrero y Michocán se entretienen ante las hogueras en las noches estrelladas. La costestera es un duelo de mentirosos, que se enzarzan en un desafío literario. Yo escuché esta contestera, que meto en mitad del cuento, porque la escuché  durante un viaje muy accidentado por estas tierras. Estábamos escribiendo una monografía para el gobierno del estado de Michocán, y el vehículo que nos llevó a estas tierras bajas de la costa sufrió una grave avería que lo dejó inservible por varias semanas. Lo escribí muchos años después de aquello, que pasó en 1985. No me dió por publicarlo ni lo mandé a concurso alguno. Un día lo leyó un colaborador de la revista Topodrilo, de letras de la Universidad Autónoma de México. Me lo pidió para publicarlo y se lo pasé. Quisiera ahora que lo vuelvo a publicar compartirlo con esos pescadores purépechas,que labran con sus palabras las duras piedras de la memoria. Y que sepan que esa contestera es de ellos y de nadie más.

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