11 ago 2009

Los gatos de Vulgaria

He vuelto a ser aquel gato suicida que por mirar la luna se despeña, y en caída libre voy gritando, afirmando, quien invoca se equivoca, es la tesis del instante, ese punto parlanchín donde se cruzan todas las posibilidades endiabladas, en el eje de indecisas líneas espacio temporales, por donde todos los sucesos corren detrás de sus consecuencias. En el nudo tórico más inexpugnable, es posible saltar de rama en rama, de rima en rima. No hay peros en la boca si a la honestidad ofendes, si no te sirve abandónala, los peros son para retener y pueden causar gracia, y causar cosquillas, y tienen ritmo y cadencia, masticando peros, te da un ataque de risa, una sonora carcajada, incluso esa endemoniada y encantadora sonrisa fresca, pero hay fecha de caducidad para la rima, pero hay un código de barras de chocolate que se fuman los gatos, pero siempre de noche para parecer pardos hasta los blancos. No merece la pena, pensar en que somos buenos cuando masticamos los miembros de los ruiseñores a los que nunca dejamos de envidiar por su canto, pero somos gatos prudentes, pero con instintos depresivos, temerarios adoradores del calor más fiero, pero pertenecemos a este mundo y maullamos a la luz de la luna, pero no somos crueles los gatos de Vulgaria. sabios antes de que se construyera el primer templo romano.

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