7 ago 2009

SOFÍA


Nunca estuve en una ciudad
hasta que llegué a Sofía
toda mi vida fue esperarla
intuirla
desearla
fue ella la que me abrazó
con sus cúpulas doradas
sus minaretes espaciales
y sus arcos moros de ladrillo
me dejé seducir por sus cuchicheos
en las plazas amplias
en los mercados íntimos
me embrujó el parloteo incesante
de sus lenguas amigas
fueros sus palabras inconfesables
desconocidas y exóticas
las que me llevaron
hasta los rincones de sus catedrales
al éxtasis ante los brillantes iconos
en la penumbra de sus iglesias medievales
alumbrado con velas
bajo el olor de los inciensos más seculares
fue ella la que se abalanzó sobre mí
fue esa ciudad mitad de todo
capital de un sincretismo
plantado en Europa por Oriente
la que me retuvo y sedujo
a la que confundí
con una mujer tendida y desnuda
sobre una colcha de colores
rodeada de montañas verdes
y anduve por sus calles
como un náufrago sin rumbo
en su mar tumultuoso
de hespérides flotantes
de minaretes fluídos
laberinto de calles acuosas
de plazas lacustres
de casas flotantes
sentí su respiración líquida
y el aleteo de su boca
traía el aliento dulce
de almendras y aceitunas
de dama latina
En Sofía no pude contener
mi llanto silencioso
ni mi vacío
la ciudad no me consolaba
Sofía amasiato
romano y oriental entreverado
que no terminará nunca
cuello de hetaira
geometría endecasílaba
no me consolaba.
En Sofía nada era ordinario
la luz densa se desliza por las persianas
anunciando un incendio de colores
un río callejero de fragancias
Sofía me envuelve,
me atrapa en su recuerdos
de ciudad soviética
con sabor a un comunismo antiguo
oxidado como los tanques
como los rifles Kalasnikov.
Así estaba yo en Sofía
perdido y encontrado
cuando me asomé
al balcón desprevenido
mirando la vida pasear
por las aceras
y entonces escuché tu voz
cantando en búlgaro
una historia antigua
de amores imposibles
que tú misma me deshilaste
luego en todos los idiomas
en que nos comunicamos
y supe que eras
el alma de Sofía
Eras un gota fresca
de lluvia en la frente
que anuncia una nueva
en el verano ardiente
Te sonreí y nos llamamos
en idiomas diferentes
en lenguas hermanas
te empeñaste en enseñarme
a vivir de nuevo
a sentir diferente
Y de tu mano fui
a conocer otra ciudad
llamada Sofía
me enseñaste los secretos
de los salones de té
con sabor a menta
donde los samovares antiguos
cuentan historias de cosacos
entre partidas de ajedrez
mientras los narguiles humean
y se preparan conspiraciones fabulosas
me enseñaste reir de nuevo,
mansamente
y me fui desprendiendo de una nata
espesa y triste que traía en mis ojos
me despojé de mis vendajes de herido
y disfruté tu alegría y tu fuego
y te ví por vez primera
y supe tu nombre
y lo pronuncié mientras te amaba
y ahora puedo ver esta ciudad
con esta alegría que me desborda
ya no requiero de solemnidades
ni quiero se expulsado de tu paraíso
pon de vacaciones al guardián
de la espada flamígera
que yo volveré en diciembre
a esas calles de mestizas
a buscarte entres sus mezquitas
en los pórticos y en los atrios
de las iglesias ortodoxas
para escuchar tu voz,
acariciar tus largas piernas
y tus cadenas estridentes
para abrazar tu cuerpo búlgaro
porque desde que te conocí
no me diste un segundo de quietud
ni de silencio
ya no puedo estar sin tu risa
sin tus caricias Sofía
ciudad prohibida
enmedio de todas las encrucijadas

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