13 abr 2009

Vigésimo tercera

No lamento nada, ni perderte
ni el hecho de saberme efímero,
ni que cuando cierro los ojos dejo de verte
ni saber que partiré antes que tú,
trece años primero,
Dejé de lamentarme junto a tu río
aquella noche, la octava de segundo mes,
desde entonces sonrío
como un buda, que se sabe pleno
con la risa interna que perdura
porque tu me has dado entre tus brazos
la felicidad y la ternura,
en la memoria de mis gozos
mientras viva en mi ser reposa
mi gratitud será tuya, santa mía
mujer, textura de cariño esplendorosa
no lamento nada

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