26 jun 2009

Para una poeta

¡Ay poeta! que la vida es breve
y breve la quiero
no la anhelo larga
porque larga aburre
y corta excita
pero si tu suspiro me necesita
quiero ser caracol en tus caderas
que la prisa me deje disfrutar
en las laderas de tus ingles
y en tu silueta ser náufrago
para abandonar la quietud
de mi perdición en tu puerta
donde las primaveras rizan
deseos con hilos de oro
y la enredadera de la vida
se muestra plena
Nunca antes tuve citas
hasta conocerte a tí
procuraste mutar lo cotidiano
hay en lo interno
un nuevo mandato
abandona las riendas
me dijiste y te hice caso
ahora algo se revela
que convierte todo
lo que toca en inhumano
es tanta su precisión y su consuelo
y lo aprendido ya no me sirve
todo se desdibuja
una cita ahora
es un estruendo
todo es consciencia
y patrimonio
lo banal no existe
lo trivial se esfuma
con cada respiración
es un rugido de intenciones
de certezas
el cuerpo cruje
la mente asaeta
el corazón no impone
sentado sienta
cada sonido
cada disparado suspiro
es liturgia de este encuentro
entre nosotros
no somos nada,
nunca seremos nada
y lo somos todo
seremos caminantes
coincientes en esta vida
y en la otra nos uniremos
a la flor de mil resplandores
al espejismo de un ejercito
de vasallos implorantes
sirviendo al emperador
de la conciencia
y sin embargo
tu eres libre y mercenaria
Conmovido estoy
de que me acompañes
de que me cultives
y apenas de leerte,
amiga con letras en la piel
que habitas ese cuerpo
irredento
poético
con tus venas de tinta azul
que se alzan imponentes
ríos y cauces
con ese verbo tembloroso
pero nunca cobarde
que se cimbra y mece al son
de tus entrañas de niña amujerada
y de poeta con cara de luna nueva
has vivido y apenas
lo dices todo con tu sonrisa
y puedo escuchar en tus palabras
el poso sendentario
y la aquilatada vida de un elzevir
que creció acunando libros
amamantado letras
estrujando poemas milenarios
con sus brazos tiernos
milenario animal
de las regiones celeste
te habita
nada en ti es humano
vienes de otra tierra
de otro tiempo
por eso sientes el paso de la vida
con la distancia y el olvido
de los que se saben inmortales
Has comprendido que los arañazos
pesan más que la conciencia
sí, a los poetas que arañan
dejan de escribir
y se marchitan
como las flores salvajes
en los invernadero
reales de la plutocracia
las que arañan destilan
un líquido imposible de beber
lo he intentado y la náusea me ronda
rebaño de minotáuros
los que arañan enmohecen el beso
agrietan los genitales
resecan el alma
los que arañan
no leen poesía
disparan palabras
Marta mía

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