Bajó del firmamento,
tirabuzón blanco,
suave aleteo
espirales levógiras,
atrapando el aire con sus manos
cuerpos inhalámbricos
mientras aquella voz detenía el tiempo
y ella nos miraba desde los ojos de él
emocionados y felices
el color nos escurría
por las cansadas retinas
y la cara apastelada de sorpresas
y el corazón sobrecogido
y los niños hechizados
y los grandes eniñados
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