16 jul 2009

Ibiza devuelta

Apenas te fuiste hace dos días
y ya llevo cuarenta y ocho horas sin verte.
Te fuiste a buscar el inmenso azul
de ese Mediterráneo seductor impúdico
y voy disculpar tu ausencia
porque te fuiste a nadar en las calas
de esa isla que me cela
a desnudarte ante un sol
que te engalanará orgulloso
con mil lenguas de enfebrecido fuego.
No sé si encontrarás hombres del norte
que te cuenten al oído
leyendas y rutas misteriosas
y que tú los escuches complaciente
relajando la cabeza
disfrutando sus aventuras y su deseo,
Y todo puede ser
porque en esas islas de Ibiza
cosas semejantes pasan
Y puede ser que beses y que ames
pero también sé que tarde o temprano
regresaras hastiada
a la niebla acuosa de estos lares
Y yo estaré aprendiendo a esperarte
que es un arte difícil como pocos
tu regreso parece un fruto inalcanzable
y quiero escuchar de tus labios la crónica
de este viaje veraniego y fascinante
y saber de ti, más no te veo,
y no eres un espejismo cibernético
porque recuerdo el sabor de tu piel
pero no encuentro como soportar tu ausencia
sin relojes digitales que controlen tus latidos
estoy aprendiendo a no escuchar esa risa tuya
que cascabelea mi corazón y me vuelve niño
No quiero saber de Ibiza,
ni de sus puestas de sol pluscuamperfectas,
no me hables de sus aquelarres amorosos
no me describas a las ninfas del deseo
Sólo quiero que me digas
qué sentiste cuando miraste
desde lejos su silueta
te era familiar su puerto
reconociste los rostros de esos
nueve marineros que aún pescan
en sus playas
tuviste la sensación de que habías estado allí antes
de qué color era aquella piedra plana
en la que posaste tu pie de primavera
al entrar a bañarte por vez primera en sus aguas
era del color de las anémona rosadas de nuestra playa,
o tenía los tonos cálidos ferrosos
de la caverna acrisolada
donde nadamos juntos
Ahora que yo habito este templo del silencio
donde guardo y cuido con esmero
todos los segundos que estuvimos juntos
es como pesar el tiempo
en la balanza del recuerdo
que es lo único que tengo
y aunque mis asuntos me llaman
para departir entre infantas de esta tierra
yo sólo puedo pensar en mi princesa alada
la que lleva el mar en los ojos
y trenzado en su pelo, los atardeceres

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