26 jul 2009

Hijos de España

Decir que somos
hijos de España
es decir tan poco
que da vergüenza
y declaro su linaje
de rojos y de olvidados
en el combate moral
en el exilio despojados
en la defensa de la libertad
ante esta histórica mierda
de triunfadores con caspa.

Sonará presuntuoso
pero mis antepasados
no están catalogados
no cuelgan sus nombres
de las ramas de ningún árbol
genealógico y dorado
no hay a su lado un noble
ni una ilustre sabandija
sólo son hombres y mujeres
comunes y corrientes
y decir que fueron hijos
de una España roja
es decir tan poco
que no merece la redención
de los manipuladores de la historia
de los que asumen su ventaja
como un derecho divino.

Sus nombres no constan
en los libros de actas,
ni en registros oficiales
no dejaron más rastros
que unos pocos nombres
escritos con esas letras
que se las comen el musgo
y las acaban tapando
las grietas y el polvo
de la amnesia nacional
pero ahí están escritos
como víctimas colaterales
en un campo de exterminio polaco
o en una lápida en Francia,
o en el lejano cementerio
de palmeras en Valparaiso,
o en la tropical Cuba
frente al mar.

Esparcidos por el mundo
llano y amplio
están estos hijos de España
mezclados y entreverados
con mujeres y hombres
de otras castas
abonando las playas
cálidas de América
pagando aquel oro
de los incas y los aztecas
con su propia vida
entregando su exilio
de educadores
de investigadores
de profetas de la palabra
para que nadie
en América diga
que los hijos de España
los volvieron a despojar.

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