12 jul 2009

El día más feliz del verano del 2009

Ella le puso el título,
yo elegí la fecha
el mar y el acantilado, el nombre
en la Playa del Silencio,
la cita fue hecha
Para nosotros un paraíso inesperado
del que no nos echaron
ángeles intransigentes
o dioses judíos amargados
Eramos Eva y Adán subyugados
rendidos ante la maravilla del agua
enamorada de nuestros cuerpos
tan libres y fugaces
desnudos y felices
que nadamos horas
en pos de nuestra fluidez
entre arrecifes, cuevas y corales
A nadie asombre que no hubo
más pecado, por no dejar de ser originales
donde la tierra nos condenó errantes
el mar nos acogió en su seno
su concha de anfiteatro marino
fue nuestro lecho de espumas
la tierra se abrió de un tajo
y en la roca milenaria
teñida de ocres y verdes
tornasolados cúpricos e iridiscentes
se hizo nuestra habitación de amantes
donde acariciados por el astro rutilante
que desde cielo lanzaba sus antojos
hicimos una fiesta de amorosos
leyendo poesía entre las llamas
que brotaban de nuestras pieles
y las temblorosas que reflejaba
el mar de los espejos del silencio
Y allí entre las suaves
piedras redondeadas
me leyó y le leí
poemas al oído
Neruda apenas fatigado
con sus 105 años en la tripa
ya no escribió los versos
más triste esa tarde
y se dejó seducir
por los amorosos poemas
de Jaime Sabines
Y reímos dichosos
por querernos
por sabernos amigos
y asumiendo que eramos efímeros
supimos certeros
que nuestra felicidad
tendría consecuencias
Rendido el Cantábrico
ante sus flotantes pechos
de sirena entusiasmada
le ofreció una piscina en Lesbos,
una mansión de algas de colores
un arco misterioso de corales
abierto en las entrañas minerales
de una falla tan antigua
que vió como surgía
el plegamiento geológico
del principio de la nada
y una cueva de llena de tesoros
de un filibustero amante de la esmeralda
le ofrecí mi compañía
como cuidador de su bella espalda
bajé con ella a las profundas aguas
del bosque de las anémonas
La seduje hasta donde la cordura aconseja
sin prisa pero sin clemencia
y del silencio nunca supe
porque ella inundó la playa,
con su risa fresca

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